Las diferencias nos
hacen pensar un montón de cosas, las diferencias nos atraen, nos repelen, otras
muchas nos retan, nos asombran, en fin. Las diferencias, esas que muchos se
sientan cómodamente a señalar, de esas que se susurran en las calles, esas que se
crean en los pasillos y que poco a poco los humanos hemos convertido en algo
doloroso y contraproducente, esas cosas que van de la mano con las exigencias
culturales, exigencias de perfección y de unificación de pensamiento y
sentimiento.
Despierte!!! De
gracias al ser supremo en el que tenga creencia, entienda que no tiene que
cumplir con ninguna educación de sus sentimientos, que puede ser diferente y
eso no lo hace raro, disfrute sus diferencias, no se interese por los
ignorantes y ególatras que son capaces de señalar, no se sienta mal si es el
motivo de la charla de pasillo en alguna o varias ocasiones, recuerde que
cuando la frustración es tan grande la opción es despellejar a cualquiera para
poder darle una escalerita a la autoestima y hacer que suba, no tenga miedo a
preguntar, no tenga pena de dar la mano, no se asuste por besar en la calle, no
se arrepienta de decir lo que siente, no se llene la cabeza de basura prestada,
tómese el tiempo de construir su propia basura.
Que hermoso darse
cuenta que existen esas diferencias, que no somos iguales aunque seamos muy
parecidos, en el alma de cada ser existe un pincelazo que lo diferencia de los
demás, no dejarse permear de peticiones y creencias sociales es muy difícil,
pero lograr aceptar las diferencias que se tiene, mirar que vives lo que
quieres o que haces lo posible para que tus decisiones sean tuyas y no
prestadas, es una de las satisfacciones que llenan al ser humano.
Lo mejor es respetar
las diferencias, entender que no vivimos en un mundo de fotocopias aunque
muchas veces parezca así, todo viene y todo pasa, todo se falsifica pero nadie
puede pensar, opinar y hacerle sentir algo diferente de lo que usted quiera.